EL HIJO DEL HOMBRE (Renè Magritte)

El hijo del hombre (Le Fils de l´Homme) es para mí un enigma dentro de otro enigma. Un cerrojo que abre otra pista que abre otro cerrojo hasta el infinito. Mi opinión es que esta obra está para preguntarnos quién somos en realidad. Es tan enigmática que parece que es el lienzo el que te interpela y no al contrario.

Se trata de una pintura al óleo de 116 x 89 cm. Un autorretrato de corriente surrealista. Apreciando el óleo, parece que la escena de paisaje queda truncada por el excesivo protagonismo de este hombre de traje y bombín. Ocupa el centro de la imagen dejando poco aire a su alrededor donde pueda respirar la imagen. Es como si Magritte quisiera cerrarnos el ángulo de visión restringiéndolo al hombre y no a su contexto, por tanto, ¿Qué significado tiene el fondo?, pues no lo sé. El mismo Magritte ha dicho que este cuadro no tiene ningún simbolismo. Él, lo que quería exponer es cómo el ser humano esconde muy bien sus secretos y que aunque nosotros deseemos ver las cosas que hay detrás de lo que nos enseñan, lo que está delante no nos permite verlo.

Siguiendo estas ideas del propio autor me adentro en el cuadro con esta mirada del enigma. En primer plano se nos presenta una manzana verde que en teoría no tiene que ver con todo el contexto del cuadro. Una manzana verde capaz de levitar justo delante del rostro del hombre para impedir ver las facciones en medio del rostro. La manzana no nos oculta todo el rostro, nos deja ver sus perfiles, incluso podemos adivinar parte de los ojos que sobresalen del contorno de la manzana.

Es interesante esta composición visual por lo que me retrotrae. En griego el término prósopon, significaba máscara o careta, o lo que está delante de la cara ("pros-" delante "opon" rostro) y se ha convertido en uno de los iconos del teatro y las artes escénicas. Por tanto, que la manzana esté delante de la cara tiene su interés y su intención. Como Magritte ha dicho que la obra no tenía intención, pienso que no tenía propósito tapar algo más que el de crear un enigma.

El primer enigma que se crea es que hay detrás de la máscara, es decir, la manzana. Si seguimos analizando, la cara, el rostro, la faz, como queramos denominarla guarda mucha información de quién somos. El rostro, es expresión también de cómo nos sentimos, de los que transmitimos y ocultamos. Por todo ello, no se me ocurre mayor velo que el de enmascarar los rasgos de la cara.

En segundo plano aparece un hombre, plantado y sereno acicalado con traje, corbata y bombín. Parece un sujeto pasivo al que se le ve iluminado por el lado izquierdo y con sombra en el derecho. Lo que me sorprende es que el lado derecho del muro que hay detrás no se ve afectado por la sobra que proyecta el hombre y los números de ladrillos tan escasos en ese ángulo, hablan de la cercanía del sujeto al plano del muro, aun así, el muro no alberga parte umbría. Esto nos habla, en mi opinión, que Magritte ha construido el cuadro plano sobre plano y la falta de sombra pudo haber sido un descuido que no modificó después o un acto deliberado para hacernos pensar en la imagen como una amalgama de elementos que se van tapando unos a otros pero con imperfecciones y con falta de sentido completo.

El hombre es bastante arquetipo y va con la chaqueta cerrada con botones superpuestos, podría ser cualquiera, además, sin ninguna característica que lo defina. Quizás el traje o el bombín podemos intuir a un gentleman, pero poco más. He aquí otro enigma.

El tercer plano muestra una especie de petril marítimo. Si comenzamos a analizar el elemento, que es una especie de construcción, valla o pequeño muro para no caerse, normalmente en los puentes o como en este caso, hacia el mar. Lo que me llama la atención es que si quisiera representar una escena junto al mar, era más estético poner alguna barandilla adornada. Vamos, si puedo imaginarlo, ¿cuál es la causa para colocar una cosa tan fría y carente de estética que un muro? Yo me imagino que para poner otro símbolo de ocultamiento, de privación de los que hay más allá.

El muro, otro cerrojo que abrir, misterio que desvelar. Por último, en cuarto plano tenemos un horizonte que divide mar y cielo de forma difuminada, incluso parte del punto de fuga está oculto detrás del hombre. El cielo, expresión de la totalidad y el vacío. Quizás es todo el paisaje un contexto de lo ignoto, de lo desconocido, esa parte a la que no llegamos a abarcar o asumir. Podemos referirnos a una incógnita de doble sentido, tanto exterior como interior.

Las reproducciones de este cuadro van desde un cielo más azul a un cielo plomizo, pero... son reproducciones. El original no está expuesto porque pertenece a una colección privada. En tal caso, creo que puede quedar a libre interpretación. Un cielo más plomizo puede ser símbolo de una vivencia más dramática de la totalidad y el vacío al mismo tiempo.

Para concluir, decir que me interpela a preguntarme que hay más allá de la manzana, de aquello que se nos muestra como presente y abarcante en la vida y también de aquellas cosas que por omisión o por otras razones escondemos detrás de nuestra manzana. Eso es todo, pero el disfrute está en seguir contemplando.