THE WIRE, THE BEST, THE TRUE.



No voy a intentar justificar el título de este post. Para mí, el título es cierto. He tenido la suerte de poder hacer experiencia de fe, una fe que había perdido hace algún tiempo en la televisión. En mi opinión, The wire es un gourmet degustación, donde encuentras millares de matices combinados y no los puedes apreciar si no es poco a poco. Y todos esos ingredientes juntos componen un plato con un sabor único, exquisito.
Siempre he pensado esta serie como un tapiz, a lo largo de sus cinco temporadas van componiendo la imagen de la ciudad de baltimore, sus calles, drogas y gentes; sus policías, instituciones y políticos; su prensa de sucesos... Cada temporada va centrando cada parte del tapiz, pero es poco a poco cuando vamos tomando conciencia real de la grandeza de la serie. Todos los momentos narrados en esta historia huelen a cruda realidad. Habla de mucha gente interrlacionada, conectada, sus intereses, sus deseos, perjuicios, alegŕias, desatinos... de manera que cualquier personaje te agarra a la trama y tira de otras tramas y personajes.
Desde un sin techo, pasando por un camello, el jefe de la policía y el político corrupto de turno. El sistema político, jucicial, educativo, el tejido social, los estratos más desfavorecidos... Repasa todo y además en una única línea argumental. Por eso es una serie tan completa. Avanza lentamente, pero de forma genial, inolvidable. Transmite en cada episodio reflejos de la condición humana. En algún momento adquiere tintes Shakespearianos, pero apegados al día a día. El drama esistencial de algunos personajes danza en torno a la consecución de una esquina para poder trapichear. La esquina habla más de su poder que la propia persona, habla de cómo viven y de lo que pueden esperar de la vida.



 Muy importante e impactante en este sentido es el final de la tercera y la cuarta temporada que confronta la condición juvenil. En este tipo de sociedad, entorno que acabo de describir, la serie muestra como viven, como sienten, como juegan, saben lo que se les pide y actúan en consecuencia. La conclusión no está cerrada, pero finalizas por comprender que la necesidad mayor de estos chicos y chicas y de tantos otros es tener compañía, alguien a su lado que les vaya acompañando a medida que crecen. Quieren sentir que van haciendo lo correcto, que son dignos de cariño. Sienten que están a la intemperie en un mundo que es muy duro vivir.
The wire es una serie que no da concesiones, no edulcora nada. Su creador, David Simons, hace una apuesta por la calidad y por presentar un cuadro o fresco con el mayor parecido a la realidad. Se sienta como una patada en el estómago, no porque tenga la intención de presentar situaciones exageradas o inverosímiles, al contrario, son situaciones muy cotidianas que forman parte de nuestra vida si nos movemos en ese entorno. Por eso la narración aquí es muy importante y está desarrollada de manera genial. Deja una impronta, un principio de realidad que no nos permite soñar en finales felicaes. La sensación que genera The Wire, es experimentar con todo lo que somos, vivir creando un boceto imperfecto, improvisado, pero auténtico, porque no habrá una cuenta atrás que rebobine nuestros errores.



Siento que puede ser una sensación muy hermosa, y muy didáctiica. Hablo por mi persona cuando digo que hoy me quejo por todo, demando derechos, quiero que mi opinión sea escuchada, no sólo eso, además quiero que sea valorada y aceptada. Ya hay que tener bemoles para decier esto, pero si soy honesto, creo que todos tenemos ese punto. A lo que iba era que, The Wire, muestra la gran suerte que tenemos e invita a cuidar, en la medida de lo posible, lo que sustenta el bienestar social. Que haya justicia para todos, trabajo para todos, salario y trato digno, oportunidad de redención... Porque las estructuras, las instituciones, el conjunto de la sociedad no siempre están adheridas incondicionalmente al bien común y permiten digresiones que resultan ser lamentables.
David Simons acuñó una frase que ya se hizo mítica en el mundo de la televisión: "Que se joda el espectador medio", dicho así, pare muy fuerte, sobre todo si la suelta un hombre de la industria que quiere vender su producto. Pero en este caso, Simons, periodista de profesión, intentó plasmar toda su experiencia en la crónica de sucesos de Baltimore, que el mismo cubría. Es entonces cuando podemos atisbar en el transfondo, un caríz de crítica y denuncia que deseaba plasmar el director. Baltimore es su ciudad y la protagonista absoluta de toda la serie. El índice de delitos de Baltimore es comparable al de un país en desarrollo. La pobreza y la marginación son los denominadores de esta urbe, además de la droga. Supongo que para Simons, elaborar The Wire, puede compararse a una confesión de todos los pecados que había contemplado, un alivio cuando deshaogas eso que te carga y no te deja caminar fluidamente.
The Wire, sí, es una serie de temática policial, pero no agota el género, más bien, lo refresca. No es típica y tópica, no se trata de otra CSI o policial procedimental. No trata de resolver casos en todos los episodios. No trata a los espectadores como pequeños párvulos con trucos de guión y giros inesperados los últimos tres minutos de episodio.



El que se haga a fuego lento es una de las experiencias más gratificantes de la serie. Vamos descubriendo cosas con los personajes, a la par. Nos interesa todo porque no esperamos que todo vaya a cerrarse en 50 minutos. No tiene personajes perfectos. Un caso en esta serie, tarda en resolverse incluso tres temporadas. Hay impedimentos legales, los policías no pueden hacer lo que quieren. Si no hacen su trabajo como deben, el criminal sale libre. Trabajan en guetos en los que no resulta sencillo sacar información. Los policías tienen envídias y juegos sucios, riñas con compañeros, actitudes nada edificantes. Llevan vidas personales penosas. Se confunden la mayoría de las veces. Aquí los delicuentes no son tontos, se organizan, tienen estrategias incluso más creativas que la policía. Meter a un delicuente de poca monta, no significa nada y sin embargo, dejas  a unos niños sin padre, en la calle, con la única espectativa de ganar algo de dinero trapicheando o siendo sicario...
Impresionante la parte interpretativa mezclando actores profesionales, amateurs y personas reales que hacían sus roles. Unos personajes memorables como la serie. Siempre recordaré al "Puto Jimmy McNulty", al colega de correrías y confidencias Bunk, al tocapelotas del comandante Rawls, a un ejemplo de integridad como Lester Freamon, a una mujer de armas tomar como Kima, a un maquinador como Stringer Bell, al adorable e increíble Bubbles, al corrupto político Clay Davis, a la rectitud de Cedric Daniels y a otros tantos cientos de personajes memorables, pero creo que para mí, el más meorable de ellos es Omar Little, ese personaje que no se sabe de que sueño vaporoso ha salido y con el que las reglas de la serie no funcionan. El personaje que no se deja arrastrar y vive bajo sus convicciones hasta el último día. Una pasada de personajes. Me emociono contándolo.



Como podéis observar, no todo es blanco y negro. No se trata de una ficción simple para pasar el rato, demanda algo del espectador, aunque la recompensa es mayor. Esta entrada está dedicada a todas aquellas cosas que me marcaron o que me dijeron algo. The Wire, es una de ellas. Pienso que aquí vienen resumidas algunas razones. Podría hablar todo el día de esta serie, "La mejor de la historia" para mí, pero entiendo que mi cometido es invitar a tener esta experiencia que yo he tenido.
Os invito a ver The Wire, no os defraudará. Y si la veis finalmente, hacédmelo saber, hablaré y compartiré encantado este viaje con vosotros.



Comments

Popular Posts

SOSPECHOSOS HABITUALES