"EL BESO" UN POSIBLE SÍMBOLO PARA EL FEMINISMO ACTUAL



Estamos ante uno de los cuadros más reproducidos y conocidos del mundo. "El beso", de Gustav Klint. Debo confesar que siempre me ha impresionado por su contraste visual de colores, por esa mezcla de mugre y oro. En sí, el cuadro es una genialidad y una actualización de La Metamorfosis escrita por Ovidio.

La mitología nos cuenta que Eros, cansado de la chulería y continuas burlas de Apolo, lo maldice utilizando sus flechas. Con una hiere a Apolo de amor y con otra hiere de odio y desprecio a Dafne, ninfa, hija de la tierra. Sucede el lance de tal manera que Apolo queda prendado para toda la eternidad y persigue sin descanso a su amada ninfa.

Dafne no tiene modo de alejarse de Apolo, maldito por Eros y, desesperada, pide ayuda a su padre, quien la convertirá en un árbol. Recubrirá su cuerpo de una tierna coda de flores que se enraizarán en la tierra y transformará sus brazos en ramas y los cabellos en hojas de laurel. Apolo ya no puede poseerla, pero le jurará amor eterno, y manifiesta que sus ramas y hojas servirán para coronar a los héroes. De ahí también que todos los triunfadores de los juegos olímpicos sean homenajeados con la corona de laurel. Un hermoso homenaje, pero Dafne no podía alejarse ya de Apolo, lo que a la postre, para ella también supone una condena ya que la flecha la obliga a odiarlo.

En este sentido, pienso que el cuadro tiene la capacidad de leer el mito y actualizarlo. Es un símbolo y profecía de las nuevas relaciones entre los sexos. El siglo XX fue significativo para dignificar a la figura de la mujer (nuevos derechos reconocidos como el voto, mejora de las condiciones laborales, avances en la conciliación familiar, etc.) Como en el cuadro, hoy la mujer no tiene necesidad de estar supeditada a los deseos del hombre (soy consciente de lo relativa que es esta afirmación). En el cuadro se puede advertir cómo la mujer coge la mano del hombre con una pose reacia con la cabeza ladeada, huyendo al contacto de los labios de Apolo, aunque la maldición los fuerza a estar juntos. También se puede ver cómo tiene un manojo de flores que hacen pensar, dentro de lo posible, que se ha producido un cambio, una metamorfosis, tanto en el mito como en la psicología femenina. El atuendo parece que va enraizando en la tierra. Se va convirtiendo en árbol. Existe un sacrificio: morir a una misma antes que vivir una relación no deseada.

Pensando en todo esto y la vertiente mitológica, creo que ha sido un acierto cambiarle el nombre inicial que tenía, Los enamorados. La verdad es que admirando este cuadro, veo un símbolo de la emancipación de la mujer. También veo en él que el amor es cosa de dos y que no está exento de sacrificio. Y que, haciendo una lectura adecuada, la vida siempre nos ofrece alternativas. El miedo o la obsesión ya no puede ser quien nos guíe en nuestros proyectos de vida.

Creo que también pone en valor el significado del verdadero sacrificio. Es un sacrificio por amor, en este caso, amor a uno mismo. Mejor: a una misma. Un sacrificio por dignidad al que, tristemente, aún hoy se ven avocadas muchas mujeres.

Por esta razón he traído al blog esta obra. Porque a mi modo de ver, puede ser un icono en la sociedad en la vivimos hoy. Una sociedad en la que la mujer va ocupando el lugar que merece, incluso a pesar de las trabas y sesgos machistas. Y es que vivimos en una sociedad que necesita avanzar hacia una complementariedad y no una guerra de sexos como algunos con mala intención pronostican y otras, me refiero a las tendencias más radicales del feminismo, provocan.

Porque es lo justo y porque, a la postre, estamos condenados, como el mito, a convivir juntos.

Comments

  1. muy buena la interpretación, es un punto de vista totalmente diferente a lo que se aprecia... mi duda es de que si ésto es tu forma de verlo o ese mito y su significado es lo que la obra misma representa...

    igual y por supuesto, prefiero tu punto de vista sin dudas... vamos hacia lo inevitable: la igualdad... saludos y me quedo por acá luego de tu amistosa visita...

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  2. Pues aunque es mi visión, claro, yo me apoyo en anteriores lecturas que podían apuntar a esto. Lo que representa el cuadro es la escena mitológica, pero en esta forma de expresar la escena, como destinatarios del cuadro podemos inferir lo que nos suscita. El autor vivió y pintó en una época en la que esta interpretación ni siquiera se contemplaba, pero... claro, siempre hay adelantados a su época.
    Si me refiero al cuadro, pues representa el maleficio del eterno amor no correspondido. Una pose de sumisión o de resistencia aunque sea pacífica cambia muchos matices. Yo creo que en ese espacio podemos jugar.

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